HOMENAJE AL EJÉRCITO CRUCEÑO – Gral. Div. Herland Vhiestrox – 16.10.2019

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A fines de marzo de 1825, el Cabildo de Santa Cruz de la Sierra fundado 264 años antes por el eximio Capitán de la conquista, Ñuflo de Chávez, recibió mediante un decreto, la convocatoria a una Asamblea de representantes de las provincias conocida de oficio con el nombre de Alto Perú, con el objeto de sancionar un gobierno provisorio  y que expresen lo más conveniente a sus intereses, pero, sujeto a la aprobación de los gobiernos de Lima y Buenos Aires. El dicho decreto fue dictado por el Comandante de una fuerza militar republicana que penetró y ocupó el país para lograr de parte del Gral. realista Olañeta la admisión de la independencia del Perú, recién completada.

El Cabildo cruceño valoró el objeto de la convocatoria y de buena fe da los pasos pertinentes para elegir a los respectivos representantes, quienes asisten munidos de claras y precisas instrucciones.

La participación de Santa Cruz en la Asamblea fue una decisión potestativa, consciente y voluntaria debido a que en la provincia oriental, el dominio monárquico español, por propias manos, estaba extinguido y que era la condición insalvable para concurrir con pleno derecho.

Esta cualidad autonómica con dones liberales fue lograda y cerrada, única e incontrastablemente por la prepotencia de las armas patriotas, por el ejército Cruceño, que se batió contra el ejército llamado realista por defender a todo trance la autoridad absolutista del rey español, lucha a sangre y fuego que se desató desde el 24 de septiembre de 1810 y se apagó el 14 de febrero de 1825, con la toma de la Plaza de Santa Cruz de la Sierra, por el Cnl. “Colorao” Mercado al mando del Ejército Cruceño.

El suelo cruceño se empapó de sangre en más de 30 grandes y pequeños choques brutales, y que, a pesar de la excesiva desventaja en recursos humanos, materiales y financieros, así como en pericia y sin auxilio alguno, el Ejercito Cruceño logró exterminar el bando enemigo y con ello el derrumbamiento del armazón colonial en esta parte de América, sellando y patentando la gran oportunidad histórica de una esencial transformación política.

Las penurias, vicisitudes, avatares y dramas del Ejército Cruceño durante la contienda armada, es posible asimilarla en un ejemplo:

El Gral. San Martín al recibir el mando del tercer ejército expedicionario con destino al Alto Perú, informaba al gobierno de Buenos Aires:

“He encontrado más que los tristes fragmentos de un ejército, tropa desnuda, mal armada, gran parte con tercerolas, garrotes y chuzos, con trajes de pordioseros, una oficialidad haraposa con mil clamores por sueldos devengados, hospital sin medicinas, sin instrumentos, sin ropa, hombres tirados en el suelo, gastos urgentes en las maestranzas, sin la cual no es posible habilitar nuestro armamento para contener los progresos del enemigo”.

Si, el Ejército Nacional organizado y financiado por el gobierno central se debatía en una angustiosa poquedad, se puede comprender peores cargas y más duros esfuerzos del Ejército Cruceño  de contar con lo más mínimo para sobrevivir, combatir, y morir. A esto se suma el hecho, que las tropas del rey gastaban por mes en mil soldados la suma equivalente de 70.000 dólares actuales, solo en alimentación.

El apoyo material y moral de pregonadores revolucionarios fue enteramente nulo y aún aflorando conceptos despectivos a los únicos que podían expandir y plasmar ideales de justicia y autodeterminación, en vez de ofrecerles ilimitada gratitud fueron sumergidos en un afrentoso olvido.

El 24 de septiembre es el pendón del inicio de una gloriosa etapa histórica en la que un grupo de patriotas encarnados en el Ejército Cruceño al salir victorioso en una guerra recia de alcance dramático, se convierte en el progenitor de la vida política de la independencia de un pueblo, que empieza a hilvanar sus grandes destinos.

Con el verisno de la historia, la SEGH-SCZ, a la cabeza de su presidente, rinde el más laudable homenaje a patriotas de primera figura, personalizados de comandantes, jefes, líderes e integrantes del Ejército Cruceño que permitieron sellar una augusta institución, como es el Estado Boliviano, hombres y mujeres que han arrostrado todas los peligros, que sufrieron todos los males, por lo que merecen el justo galardón, por su desprendimiento, su valor y su virtud

¡¡¡gloria al Ejército Cruceño!!

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