Libertador cruceño, José Manuel Baca, CAÑOTO – 15.9.2022

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15 DE SEPTIEMBRE DE 1854
Muere el Libertador cruceño, José Manuel Baca, CAÑOTO
El año de 1854, desde la población de Jitapaqui, cercanías de Cotoca, llegó a la capital cruceña la triste noticia del fallecimiento del libertador cruceño José Manuel Baca, llamado cariñosamente Cañoto.
Este hombre de pueblo tan justamente celebrado por sus hazañas como guerrillero de la patria en albores, merece mayor celebración y elogio como músico y cantor y, señaladamente, como poeta popular. Nació en el caserío de Jitapaqui, en el seno de modesta familia de estirpe criolla el 10 de diciembre de 1790.
Sus padres fueron Pedro Pablo Baca y Manuela de Baca. En la cordillera de los Chiriguanos estudió gramática, letras y el idioma nativo de la región, allí también desarrolló su talento con la guitarra, las coplas y las poesías.
Fue en su infancia monaguillo y aprendiz del oficio de esterero. Pasó la adolescencia y primeros años de juventud como empleado acompañante del padre José Andrés Salvatierra Chávez que ejercía en la cordillera de los Chiriguanos las funciones de párroco conversor de la Misión de Membiray y capellán de las milicias allí acantonadas.
Tomó parte activa en el movimiento insurgente estallado en aquella comarca a fines del año 1810. En 1813 regresó a la ciudad de su nacimiento a tiempo para enrolarse en las milicias patriotas que organizaba el coronel Ignacio Warnes, ingresando al cuerpo de caballería «Escuadrón de Cazadores», en el que participó en las luchas libertarias.
Bajo las órdenes de Warnes combatió en la batalla de Florida (mayo 1814), en la campaña de Chiquitos que culminó con la victoria de Santa Bárbara (octubre 1815) y en la del Pari en la que el caudillo Warnes fue muerto (noviembre 1816).
Luego partió a las tierras argentinas en donde se enroló en las fuerzas de la guerrilla del comandante Martín Miguel de Güemes, a las cuales se incorporó con el grado de capitán. Mereció la confianza de Güemes, quién le dio la jefatura del polvorín.
A la muerte del caudillo salteño, en junio de 1821, se replegó hacia su tierra, habiéndose encontrado en Saipurú con su antiguo comandante, el coronel José Manuel Mercado. Combatió a los realistas al lado de este hasta el año 1825, año en que Santa Cruz logró su independencia.
Poco agradecida fue la patria para con él. Fue nombrado gobernante de uno de los pueblos de Chiquitos, pero solo permaneció en ese cargo un corto tiempo. Amargado y decepcionado se retiró a vivir en el lugarejo de Jitapaqui que había adquirido trabajosamente. Allí murió el 15 de septiembre de 1854.
El Manuscrito Lara dice: José Manuel Baca, alias «Cañoto», fue Teniente Primero en las filas de Warnes. Cuando gobernaba Santa Cruz el realista Becerra, tuvo que poner pies en polvorosa para librarse de la mutilación que aquel desalmado mandaba practicar, mediante un oficial, ordenanza, brasileño apellidado Antúnez (Alburquerque?) y que consistía en cortarle una oreja a cada uno de los patriotas que caían en sus manos.
De este bárbaro castigo fueron víctimas unas veinticinco personas, esto ocurría en el año 1811. «Cañoto», para salvar sus orejas buscó un secreto asilo en el que se ocultó hasta la entrada de Warnes.
Cañoto era todo un hombre de pelo en pecho. Lo prueba el robo de la cabeza de Warnes. Esta hazaña la realizó en compañía de su amigo el teniente Rivero. Para llevarla a cabo llevaron consigo un lienzo y una caña. Cañoto con la vara, desprendió la cabeza de la picota en que estaba ensartada y su compañero la recibió en el lienzo.
Amparados por la oscuridad de la noche pudieron llegar, sanos y salvos hasta la casa de Ana Barba, mujer de Rivero que era ahijada de matrimonio del infeliz Warnes. Allí la sepultaron.
Luego de su estancia en el norte argentino fue de unos cinco años, en los cuales pasó por múltiples peripecias, antes de volver a Santa Cruz, lugar al que llegó, con su fiel esposa Flora el 15 de junio de 1823.
Cuando el benemérito Gral. Videla, –enviado por Bolívar– ocupó la jefatura política de Santa Cruz, Cañoto fue uno de los primeros en ir a felicitarlo y aprovechó la ocasión para pedir su baja definitiva del Ejército y persistió en su demanda pese a que Videla le ofreció mantenerlo en el piquete de gendarmes:
El Gral. Videla, queriendo premiar los méritos del esforzado guerrillero, lo nombró administrador de la provincia de Chiquitos. Cañoto, contento, aceptó el cargo y se encaminó a la sede de sus funciones.
Esta vez, Florita no lo acompañó. Estaba extenuada por la azarosa vida, y los sufrimientos que tuvo que soportar durante la campaña de Salta, en la que había perdido a los tiernos frutos de su matrimonio.
De Historias de Santa Cruz.

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