El monopolio del poder político – Willi Noack / EL DEBER – 24.2.2006 / 26.2.2006

Dicen que el Presidente Evo Morales busca la “hegemonía”. Según la RAE hegemonía significa “supremacía que ejerce un Estada sobre otro”. Opto por llamar este – ¿constante? – afán más bien como la búsqueda del monopolio político del Estado pues monopolio es definido por RAE como “ejercicio exclusivo de una actividad, con el dominio o influencia consiguientes. MONOPOLIO del poder político”.

Monopolizar el poder conlleva a una dictadura, pues la democracia se caracteriza por la división en tres del poder (Montesquieu), diría hoy en cinco o más contando los medios de comunicación como cuarto poder y el Banco Central, independiente, como el quinto. Además, la institucionalización tiene efectos muy importantes contra la concentración y monopolización del poder y, por lo tanto, son un estorbo para los supuestos planes de lograr el monopolio. Es alarmante su desmantelación.

Para no ser mal interpretado: la democracia precisa un Estado fuerte para lograr, mediante el principio de la autoridad, la gobernabilidad. Un gobierno fuerte que impone la Ley Magna con sus principios democráticos representativos es considerado universalmente como la forma de gobierno menos defectuosa de todas las formas experimentadas históricamente. Lamentablemente carece de eficiencia; un dictador gana tiempo por no “consensuar” diagolando – simplemente impone. ¡Basta!

Proclamar la democracia “participativa” es un engaño pues solamente la democracia “representativa” garantiza la representación de toda la población. Pero para lograr el monopolio del poder, un sistema electivo justo que refleja la composición demográfica estorba. Por lo tanto se pretende manipular la modalidad de elección con el fin de que grupos aparentemente mayoritarios tengan una participación en el Estado que no les corresponde. Estamos actualmente en esta maniobra. Lo correcto es que una persona tiene un voto.

La supuesta intención de monopolizar el poder no causa alarma general en la población; puede ser por la poca experiencia con un sistema democrático que funcione bien y que consecuentemente, al conocerlo y apreciarlo, hasta genere cariño por él y uno quiera defenderlo con uñas y dientes, como lo hicieron los alemanes en 1953, los húngaros en 1956, lo checoslovacos en Praga en 1968, ¡y cuántos otros casos en la historia! (No incluyo el Irak en esta lista.)

Democracia no es el derecho de estacionar en doble fila y hacer lo que me da la gana. Ni siquiera es el derecho de masas de poca formación y criterio de imponer políticas mediante la participación popular. Le definición de políticas debe ser la tarea de expertos, como el ministro del actual gobierno (el único) que sabe lo que hace y conoce y reconoce la factibilidad de políticas hidrocarburíficas viables.

Parece que la defensa de la joven democracia boliviana choca con el egocentrismo grupal (e individual) posicionado encima de intereses colectivos. De allí viene la amenaza que puede embocar en la monopolización del poder en manos de grupos en vez de la colectividad de bolivianos. Monopolizar el poder es sinónimo de dictadura, en este caso de corporaciones o del partido. El monopolio del poder es la vuelta a la barbarie. Es la violación de los sagrados derechos individuales. El monopolio del poder es la única manera para imponer una forma de convivencia no compartida por la (probablemente) gran mayoría o por considerables segmentos de la población.

¿Qué forma de convivencia desean imponer? Hasta la fecha no hay un programa, más bien existe una cortina de humo. Solamente aparecen indicadores por dónde se pretende llevar al Estado boliviano una vez usurpado el monopolio del poder. (Quedan otros aspectos para ser tratados en un próximo artículo.)

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NOTA: Este artículo de opinión será publicado en EL DEBER, en fecha 26.2.2006

fecha: 2006-04-14 19:07:22
autor: Willi Noack