Una nueva CPE – Willi Noack / EL DEBER – 2.4.2006

SECCIONES
Opinión

Willi Noack

Bolivia tendrá una nueva Constitución Política del Estado (CPE). Nos conviene enfocar lo esencial, es decir, mirar el bosque y no perderse en cada árbol. Mirar desde el vuelo del pájaro y no desde la óptica detallista. ¿Cuáles son los elementos fundamentales que este nuevo contrato social debe definir?
Para aclararlo bien: este contrato debe ser la regla de juego que defina cómo la mayoría de los bolivianos quiere vivir en el futuro. Debe ser el marco que les permita lograr mayoritariamente sus aspiraciones.
Sirve como ejemplo la refundación de Alemania después de la derrota en 1945. Alemania se dotó de una ‘ley fundamental’, una nueva CPE, que logró lo que en el mundo se reconoce como un ‘milagro’. ¡No ha sido un milagro! Citamos de un libro del Gobierno Federal de Alemania: “La evolución vivida en la Alemania surgida de la posguerra se cristalizó en el Estado más libre y confiable de la historia sobre suelo alemán. A ello contribuyó de forma esencial la Constitución, la ley fundamental, que por un lado vela por la estabilidad y por otro deja margen para las reformas. La Constitución garantiza al individuo un amplio conjunto de derechos y libertades fundamentales, incluidos los

derechos sociales” (fuente:
http://www.tatsachen-ueber-deutschland.de/1144.0.html ).
Aquí está la explicación del milagro. El marco que se dio le permitió salir como el ave fénix de las cenizas. Optó por garantizar al ciudadano “un amplio conjunto de derechos y libertades fundamentales, incluidos los derechos sociales”. En este marco, el individuo actuó, con su deseo de generar riqueza, como un muy potente motor del desarrollo. Se creó un capitalismo de mercado libre. Sin embargo, no se instaló un excesivo capitalismo (que acertadamente puede ser denunciado como neoliberalismo), sino un capitalismo con responsabilidad social. Se creó la economía social de mercado. En aquella época se luchaba también por un segundo concepto: por la instalación de un socialismo comunismo. Esta lucha derivó en el cisma de la Alemania capitalista (en occidente) y la Alemania socialista (en oriente). Cuando el muro de Berlín se cayó por la bancarrota del sistema socialista, se vio el increíble desastre que había causado el socialismo, es decir, el marco conceptual impuesto por los rusos a los alemanes en la zona ocupada por aquéllos. Es interesante tomar en cuenta que en ambos regímenes la gente tenía inicialmente las mismas características, la misma escala de valores, la misma formación, etc. La explicación radica en la falta de incentivos a la persona para tratar de prosperar individualmente, la búsqueda de ganancias propias gracias a un desempeño dedicado. El individuo en el socialismo no tiene libertades y espera hasta las más ínfimas soluciones a sus problemas del colectivo, del Estado.
En la vida real existen ‘modelos’ que combinan el principio del capitalismo con la solidaridad colectiva, y resultan muy bien. El mejor ejemplo cercano es Chile.
Ahora, de Bolivia dicen que apenas se va a reformular el 20% de la CPE vigente. No es así. Si el cambio del artículo fundamental sustituye el carácter del Estado boliviano, de un Estado con economía social de mercado a una economía socialista, sucederá lo que pasó con la Alemania socialista: un desastre en todos los sentidos. Con un solo artículo se cambia el 100% del marco constitucional.
Finalmente, Bolivia tiene el marco de una economía social de mercado, pero que no funciona. ¿Por qué no funciona en Bolivia lo que da impresionantes resultados positivos en otros países? Todos lo sabemos. Los que ganan mucho (por ser sobresalientes empresarios que generan riqueza personal y empleo) no pagan siempre los (bajos) impuestos, y éstos son invertidos en obras públicas con fines sociales, menos la merma para los corruptos. Es la implantación criolla de un buen concepto que inhibe que éste deje su beneficio social.

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www.riberalta-bolivia.com

fuente: http://www.eldeber.com.bo/anteriores/2006/03/20060319/opinion_6.html

fecha: 2006-05-02 15:42:26
autor: Willi Noack